Amor verdadero
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Amor verdadero
por Mardluna Mar 30 Jun 2009, 23:01
Un hombre de cierta edad llego a la clínica donde trabajo muy temprano para hacerse curar una herida leve, se le notaba que tenia prisa, preguntando en demasía cuanto quedaba para terminar, así que le pregunté cual era el motivo por el cual tenia tanta prisa.
Me dijo que tenía que ir a una residencia para desayunar con su mujer como todos los días, que vivía allí, me contó que llevaba ya tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado.
Terminando la cura de la herida, le pregunté de nuevo si ella se inquietaría mucho al llegar tarde esa mañana.
-No, me dijo, ella ya no sabe quién soy, hace ya casi cuatro años que no me reconoce.
Entonces le pregunté extrañado.
-Y si ya no sabe quién es usted ¿Por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?
Me sonrió y dándome la mano me dijo: -Ella no sabe quién soy yo, pero yo si sé muy bien quién es ella.
Me dijo que tenía que ir a una residencia para desayunar con su mujer como todos los días, que vivía allí, me contó que llevaba ya tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado.
Terminando la cura de la herida, le pregunté de nuevo si ella se inquietaría mucho al llegar tarde esa mañana.
-No, me dijo, ella ya no sabe quién soy, hace ya casi cuatro años que no me reconoce.
Entonces le pregunté extrañado.
-Y si ya no sabe quién es usted ¿Por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?
Me sonrió y dándome la mano me dijo: -Ella no sabe quién soy yo, pero yo si sé muy bien quién es ella.
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Re: Amor verdadero
por Mardluna Sáb 11 Jul 2009, 15:40
UNA HISTORIA DE AMOR VERDADERO
Once upon a time… nació una princesa muy deseada por sus padres y, como traía una nueva vida para ellos, la llamaron Aurora.
Al bautizo invitaron a todas las hadas del bosque (que eran 13) menos a una (la de mal agüero); o sea, que invitaron sólo a 12.
El hada enfadica, maliciosa, cotilla, envidiosa y maruja a la que todos evitaban, se presentó en el bautizo cuando sus hermanas estaban otorgando a la niña todo aquello que debe tener una princesa de pro (belleza, inteligencia, dulzura...) Y con un horrible graznido le echó una espantosa maldición: “Cuando cumplas 16 años, te pincharás con un huso y morirás”. Y se marchó riendo.
Quedaba aún un hada por otorgar sus dones, el hada madrina de Aurora, es decir, la más madrina de todas, porque como era un princesa tenía más madrinas que nadie. El hada número 13 tranquilizó a los padres: “No puedo deshacer la maldición de mi hermana, pero puedo corregirla: la princesa no morirá, sino que dormirá hasta que la despierte un beso de amor verdadero (¡qué bonito!).
Los reyes padres, hicieron como harían todos los padres, es decir, alejar de su niñita el peligro (el sexo, el alcohol, los hombres, las drogas y las ruecas - que es donde solían estar los husos-) o lo que es igual, superprotegerla creando para ella un mundo idílico y extraño, diferente del mundo real.
Mientras Aurora fue una niña, no hubo problemas, porque era obediente y buena y hacía siempre caso de sus papás. Pero hete aquí, que llegó a los 16 años (es decir a la adolescencia) y decidió que la vida que le habían preprogramado no era la suya y que debía empezar a volar sola (es decir, se rebeló como todo buen adolescente).
Papá y mamá superprotectores le habían prohibido subir a la torre más alta del castillo y ¿qué mejor manera de demostrar la rebeldía que lanzarse escaleras arriba? Subió y subió y llegó a una habitación donde había una viejecita (el hada mala, claro, pero también las tentaciones del mundo real) hilando con una hermosísima rueca (esto sí que era una tentación). Y como nunca había visto ninguna y nadie le había hablado jamás de sus peligros ni le había dado una educación sana en el tema de las ruecas, pues quiso probarla sin ser consciente del peligro que entrañaba. (Si hubiera encontrado crack, seguro que se hubiera hecho una pipa).
Y bueno, pues como ingenua y poco preparada de era, se pinchó y se durmió… y con ella todos los habitantes del castillo. (¡Qué descanso!… con lo malísima que es la adolescencia y pasársela en un ameno sueño).
Pasaron años y más años y la maleza cubrió totalmente el castillo (¡Ay la maleza! La maleza es lo más importante de este cuento, porque simboliza las barreras que ponemos a nuestro alrededor, los personajes que nos creamos, los miedos a ser heridos, las protecciones contra los otros… en fin, tantas cosas… ¡y parecía sólo maleza!). La historia se convirtió en leyenda y muchos principitos quisieron probar suerte en encontrar a la mítica Aurora y despertarla. Pero, en realidad, no la amaban ni la amarían jamás, porque sólo querían probarse lo guay que eran y conquistar a la chica más guapa para presumir ante sus colegas. No estaban interesados en llegar al corazón de Aurora, en conocerla, en escucharla, en compartir sus sueños, en compartir – en definitiva- lo más real de su vida, que era su alma. El caso es que se cansaban de pegarle mandoblazos de espada a las ramas de los árboles y acababan desistiendo.
Sin embargo, cuando ya habían pasado cien años desde el triste suceso de la “dormición eterna” de la mítica Bella Durmiente, un príncipe de un país muy, muy lejano, llegó hasta el castillo maldito y, según iba rompiendo ramas y corazas, maleza y caretas, espinos y miedos… se fue enamorando loca y perdidamente de Aurora. El amor le daba fuerzas para seguir adentrándose en lo más profundo y por fin llegó a la habitación donde dormía la princesa.
La miró. Era realmente bellísima… pero aunque hubiera sido horrorosa, a él le hubiera parecido la más hermosa de las mujeres porque había conocido su interior y su interior era el más bello de los interiores. Y la besó. Con un beso de amor verdadero. Y aquél beso resucitó a Aurora, que se levantó fresca como una rosa después de un sueñecito reparador, y no pudo por menos que lanzarse en los brazos de aquel príncipe tan maravilloso (y no necesariamente guapo) que tanto la amaba y a quien tanto había aprendido a amar en sueños.
Y colorín colorado….. Pero ahora…..
Moraleja 1 (para padres):
La superprotección no es buena. No, no, no… es mucho mejor el diálogo. (¡Uy, parezco una orientadora de familias!)
Moraleja 2 (para los que desean amar y ser amados)
El amor verdadero llega cuando tiene que llegar, ni antes, ni después y supera todos los problemas. No hay que apresurarse nunca o sólo obtendremos dolor, frustración y miedo a volver a enfrentarnos a una relación. Y, desde luego, la diferencia de edad no es problema para el amor verdadero… ni ningún otro obstáculo.
Moraleja 3 (para todos):
La hadas madrinas (amigos y todos aquellos que nos quieren), pueden ayudarnos, pero no solucionar nuestros problemas. Eso es cosa de cada uno.
Moraleja 4 (para todos también):
Lo que en un momento vemos como la maldición más terrible, puede ser, en realidad y a la larga, lo que nos produzca mayores beneficios, lo que nos haga más felices…. ¿o es que si Aurora no hubiera dormido tanto, hubiera encontrado a su amor verdadero que estaba destinado a nacer mucho, mucho tiempo después…? Pensadlo.
Once upon a time… nació una princesa muy deseada por sus padres y, como traía una nueva vida para ellos, la llamaron Aurora.
Al bautizo invitaron a todas las hadas del bosque (que eran 13) menos a una (la de mal agüero); o sea, que invitaron sólo a 12.
El hada enfadica, maliciosa, cotilla, envidiosa y maruja a la que todos evitaban, se presentó en el bautizo cuando sus hermanas estaban otorgando a la niña todo aquello que debe tener una princesa de pro (belleza, inteligencia, dulzura...) Y con un horrible graznido le echó una espantosa maldición: “Cuando cumplas 16 años, te pincharás con un huso y morirás”. Y se marchó riendo.
Quedaba aún un hada por otorgar sus dones, el hada madrina de Aurora, es decir, la más madrina de todas, porque como era un princesa tenía más madrinas que nadie. El hada número 13 tranquilizó a los padres: “No puedo deshacer la maldición de mi hermana, pero puedo corregirla: la princesa no morirá, sino que dormirá hasta que la despierte un beso de amor verdadero (¡qué bonito!).
Los reyes padres, hicieron como harían todos los padres, es decir, alejar de su niñita el peligro (el sexo, el alcohol, los hombres, las drogas y las ruecas - que es donde solían estar los husos-) o lo que es igual, superprotegerla creando para ella un mundo idílico y extraño, diferente del mundo real.
Mientras Aurora fue una niña, no hubo problemas, porque era obediente y buena y hacía siempre caso de sus papás. Pero hete aquí, que llegó a los 16 años (es decir a la adolescencia) y decidió que la vida que le habían preprogramado no era la suya y que debía empezar a volar sola (es decir, se rebeló como todo buen adolescente).
Papá y mamá superprotectores le habían prohibido subir a la torre más alta del castillo y ¿qué mejor manera de demostrar la rebeldía que lanzarse escaleras arriba? Subió y subió y llegó a una habitación donde había una viejecita (el hada mala, claro, pero también las tentaciones del mundo real) hilando con una hermosísima rueca (esto sí que era una tentación). Y como nunca había visto ninguna y nadie le había hablado jamás de sus peligros ni le había dado una educación sana en el tema de las ruecas, pues quiso probarla sin ser consciente del peligro que entrañaba. (Si hubiera encontrado crack, seguro que se hubiera hecho una pipa).
Y bueno, pues como ingenua y poco preparada de era, se pinchó y se durmió… y con ella todos los habitantes del castillo. (¡Qué descanso!… con lo malísima que es la adolescencia y pasársela en un ameno sueño).
Pasaron años y más años y la maleza cubrió totalmente el castillo (¡Ay la maleza! La maleza es lo más importante de este cuento, porque simboliza las barreras que ponemos a nuestro alrededor, los personajes que nos creamos, los miedos a ser heridos, las protecciones contra los otros… en fin, tantas cosas… ¡y parecía sólo maleza!). La historia se convirtió en leyenda y muchos principitos quisieron probar suerte en encontrar a la mítica Aurora y despertarla. Pero, en realidad, no la amaban ni la amarían jamás, porque sólo querían probarse lo guay que eran y conquistar a la chica más guapa para presumir ante sus colegas. No estaban interesados en llegar al corazón de Aurora, en conocerla, en escucharla, en compartir sus sueños, en compartir – en definitiva- lo más real de su vida, que era su alma. El caso es que se cansaban de pegarle mandoblazos de espada a las ramas de los árboles y acababan desistiendo.
Sin embargo, cuando ya habían pasado cien años desde el triste suceso de la “dormición eterna” de la mítica Bella Durmiente, un príncipe de un país muy, muy lejano, llegó hasta el castillo maldito y, según iba rompiendo ramas y corazas, maleza y caretas, espinos y miedos… se fue enamorando loca y perdidamente de Aurora. El amor le daba fuerzas para seguir adentrándose en lo más profundo y por fin llegó a la habitación donde dormía la princesa.
La miró. Era realmente bellísima… pero aunque hubiera sido horrorosa, a él le hubiera parecido la más hermosa de las mujeres porque había conocido su interior y su interior era el más bello de los interiores. Y la besó. Con un beso de amor verdadero. Y aquél beso resucitó a Aurora, que se levantó fresca como una rosa después de un sueñecito reparador, y no pudo por menos que lanzarse en los brazos de aquel príncipe tan maravilloso (y no necesariamente guapo) que tanto la amaba y a quien tanto había aprendido a amar en sueños.
Y colorín colorado….. Pero ahora…..
Moraleja 1 (para padres):
La superprotección no es buena. No, no, no… es mucho mejor el diálogo. (¡Uy, parezco una orientadora de familias!)
Moraleja 2 (para los que desean amar y ser amados)
El amor verdadero llega cuando tiene que llegar, ni antes, ni después y supera todos los problemas. No hay que apresurarse nunca o sólo obtendremos dolor, frustración y miedo a volver a enfrentarnos a una relación. Y, desde luego, la diferencia de edad no es problema para el amor verdadero… ni ningún otro obstáculo.
Moraleja 3 (para todos):
La hadas madrinas (amigos y todos aquellos que nos quieren), pueden ayudarnos, pero no solucionar nuestros problemas. Eso es cosa de cada uno.
Moraleja 4 (para todos también):
Lo que en un momento vemos como la maldición más terrible, puede ser, en realidad y a la larga, lo que nos produzca mayores beneficios, lo que nos haga más felices…. ¿o es que si Aurora no hubiera dormido tanto, hubiera encontrado a su amor verdadero que estaba destinado a nacer mucho, mucho tiempo después…? Pensadlo.
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